Según el cristal
Pese a los vejámenes que acechan la materia, ésta preserva una atmósfera sensible a los observadores que han acuñado en percepciones la sublimidad de lo bueno, la verdad y la belleza. A los demás, celosos amantes de la oscuridad, sólo revela púas imaginarias que les convierten las noches en sueños puntiagudos y los surcos cerebrales en arrugas de malestar en la conciencia. ¡Gracias, materia! Gracias por manifestarse en calidez de hogar aun cuando la codicia la persiga a donde vaya. Incluso al centro de la Tierra; a donde se percibe, aunque no haya luz.
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